Hablando de cambios

Hablando de cambios…

Bueno… hace como un año que abandoné este blog y las pocas personas que se paraban por acá para leer ya no encontraron motivos para visitarme y ni a las moscas puedo culpar por no pararse mas por acá Jo Jo Jo.

Perdón a las pocas personitas que me visitaban por irme así, sin despedir, es que no pensé realmente que fuera por tanto tiempo, no era mi intención.

Recuerdo haberles comentado que en mi vida habría cambios notables, y como en todas las vidas los hay pues… no consideré que esos cambios me sacaran del aire por tanto tiempo.

Resulta que me integré a la larga fila de mujeres que trabajan –fuera de casa- porque dentro de casa es interminable esa fila, ahora trabajo dentro y fuera de casa, y la verdad es que fue una oportunidad que se me presentó y la tomé de pasada, me ofrecieron un contrato temporal y me dije a mi misma: ¡mi misma… acepta, al fin que no es permanente y tendrás oportunidad de descansar entre contrato y contrato! Acepté y pos… en menos de que canta un gallo desvelado, gripiento y tartamudo, ¡empecé a chambear manas! (léase con enjundia)… y a mis hijos les costó acoplarse a un nuevo estilo de vida en donde mamá muchas veces no está para llevarlos a la escuela y casi nunca está cuando regresan y también a veces llegaba hasta las nueve de la noche según fuera la carga de trabajo y tenían que estarle hablando por teléfono cuando había junta en la escuela o la mandaba llamar alguna profesora para recordarle: ¡mamá acuérdate que tienes que estar a tal hora en la escuela! (léase con vocecita de pito de niña que conoce lo desmemoriada que es su santa madre) Y casi siempre llegaba barrida echando polvo y hasta chispitas sacaba con la chancla pero llegaba. Lo bueno es que mi jefa nunca me negó el permiso para asistir. Una vez me llevó hasta el mercado de abastos para que buscara un costal que le pidieron a mi niña y me deja cerca de la escuela y me dice: Vete buena madre, no llegues tarde.

Sin darme casi cuenta cambié mientras trabajaba, cambiaron mis hijos y cambió mi marido, lamentablemente también murió nuestro perico snif snif eso dolió, mi “curritío” era único. Tremendo y bastante loco.

En todo hay cambio y aunque confieso que inicié con miedo porque jamás había dejado a mis hijos solos tanto tiempo y creo que también ellos (incluido mi marido) temían mientras se acercaba el día y mi marido y yo tuvimos que ponernos las pilas y planear una y otra forma de cumplir con nuestro deber de padres y dejar a los niños solos el menor tiempo posible sin dejar de atenderlos en lo necesario, pudimos hacerlo, no sin sufrir algunas consecuencias que hoy estamos en el proceso de remediar, como que el niño tuvo un retroceso en la escuela cuando lo dejé de ayudar como lo hacia antes y por dejar de verme todo el tiempo (nunca los había dejado) y fue necesario permitir que repitiera año para que no le sea tan difícil recuperar lo perdido.

Decidí finalmente llevarlo de una buena vez con una psicóloga y para que reciba terapia por que me estaba volviendo loca de lo inquieto que es (ni dormido me deja descansar), me lo pasaron con un neurólogo y mi hijo recibirá por fin un tratamiento adecuado y me hicieron entender que no es mi culpa que el niño actúe como lo hace y que con el tratamiento adecuado el niño se tranquilizará y se concentrará, que la hiperactividad no es algo nuevo, solo que antes no se le conocía como tal y no era tratada, que actué a tiempo y que mi hijo probablemente no necesita la terapia y el medicamento por mucho tiempo, que no soy la pésima madre que pensaba, solo soy mamá mas mala del mundo como lo fue mi madre y lo son mis hermanas, pero no la causante de la hiperactividad de mi niño. Bueno, creo que este es material para otro tema. Solo quiero agregar que tal vez hubiera tardado más tiempo en actuar de no haber tenido la oportunidad de salir de casa todos los días, ver a otra gente, interactuar con muchas personas, muchos médicos y otras madres de niños, con mis compañeras de trabajo. Si no hubiera tenido la oportunidad de ver las cosas desde afuera, desde orto punto de vista y a través de otros cristales.

Los cambios importantes que son para nuestro bien siempre son bien recibidos, aun cuando de momento no lo entendamos.

Yo temía mucho a este cambio, temía salir de la seguridad de la casa, temía salir del espacio que rodea a mis hijos, sacarlos de mi vista y confiar en que mi esposo puede cuidarlos tan bien como yo, creer que ellos pueden aprender a ser responsables y cambiar también, aprender cosas nuevas, aprender a lavar su propia ropa, a planchar, limpiar la casa solos, a cocinar (nunca estando solos en casa y sin supervisión, todavía son chicos para eso).

Yo temía al cambio, pero al cambio a mí jamás me tuvo miedo y doy gracias a Dios por eso.

Cambié como madre, como mujer, como hermana y me di la oportunidad de darle otra oportunidad a la amistad, yo ya casi no creía en la amistad y ahora tengo amigas (pocas como siempre), pero sé que están ahí; cambié como persona al tratar con tanta gente, recordé muchas cosas que ya hasta había olvidado, como que todavía existen las casas de cartón, las familias que subsisten de milagro malcomiendo, malviviendo en lugares que ya había olvidado que existieran y otros que ni me imaginaba que hubiera, recordé que puedo tener autocontrol cuando me siento ofendida, tengo la capacidad de responder con una sonrisa amable, que puedo convertir una mueca en una sonrisa.

Y en el proceso…Dios me detuvo de la mano en una esquina para bendecirme y para decirme que no me ha dejado sola.

Yo temía al cambio, pero al cambio a mí jamás me tuvo miedo y doy gracias a Dios por eso.

Acá Kerusso: Cambiando un poco.

Un saludo caluroso y cordial para ustedes. Gracias por estar ahí.

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